De acuerdo con el avance del Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) del mes de mayo, la inflación de la Eurozona, medida por el IPCA, ha retrocedido, aunque muy poco, situándose en el 2,7% en los 12 últimos meses. Se trata del primer descenso de la tasa desde agosto de 2010. Por países, la inflación ha retrocedido con fuerza en Alemania (2,4% frente 2,7%) y, en menor medida, en España (3,4% frente a 3,5%, en tasa armonizada). Por el contrario, sigue subiendo en Italia (3,0% frente 2,9%). Gráfico: Inflación de la Eurozona.
Con ese dato y las previsiones de inflación para los próximos meses (ver gráfico) el Banco Central Europeo (BCE) no debería subir los tipos de interés cuando se reúna el 9 de junio.
La subida de tipos de abril
Como es sabido el BCE subió los tipos en abril, desde el 1% al 1,25%, tras 23 meses de mantenerlos inalterados. Aunque hay razones de peso para subir los tipos, debido a la elevada inflación de la Eurozona (supera el límite del 2%), sin embargo, la subida de tipos en junio sería una apuesta demasiado agresiva para la maltrecha economía eurozónica.
El BCE debe considerar no solo los riesgos de inflación, provocados por el alza en los precios de la energía, sino también otros factores: a) la excesiva fortaleza del euro, b) la necesaria recuperación económica de la Eurozona y los problemas del desempleo, c) la crisis del sistema financiero y d) el excesivo endeudamiento público y privado de los países periféricos.
Por lo tanto, sería deseable que el BCE, después de su reunión fijada para el próximo día 9 de junio, deje los tipos de interés inalterados. Aunque en el comunicado que divulgue vuelva a emplear ese lenguaje severo al que nos tiene acostumbrados sobre los riesgos inflacionarios.